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martes, 25 de enero de 2011

Segunda parte del testimonio anterior. Rick Rood

Había muchas actividades divertidas que brindaba el personal de la clínica, incluyendo voleibol con globos (que parecía disfrutar mucho Polly), cenas para fiestas especiales (ella solía vestirse con su mejor vestido y me acompañaba por el pasillo hasta el comedor), salidas a varios eventos en la ciudad (por ejemplo, conciertos, la feria estatal). En realidad, cuando Polly ingresó en la clínica su vida mejoró de muchas formas. Porque el año anterior a su mudanza, prácticamente todo nuestro tiempo estaba dedicado a "mantener la cabeza fuera del agua" (cosa que no siempre lográbamos hacer). Empezábamos a hundirnos bajo el peso de todas las actividades necesarias solo para mantener nuestra vida. Pero, con toda la ayuda del personal de la clínica para cubrir muchas de estas cosas, el tiempo que pasamos juntos ahora podía dedicarse a otras cosas que mejoraban la calidad de vida de Polly.
Durante varios años, siempre llevaba a Polly a casa los fines de semana, y siempre programaba una salida especial o dos, a un juego de béisbol, un concierto, una película, un paseo por el lago, etc., etc. Encontré que la anticipación de estos eventos ofrecía un elemento de esperanza y gozo a Polly durante las largas semanas en la clínica. Todos necesitamos esperanza, aun las pequeñas esperanzas de un cambio de ritmo en cada fin de semana. Recuerdo bien un día, tal vez ocho o nueve años atrás, cuando Polly me miró y dijo en su lenguaje confuso de entonces: "Rick, tú ayudas a que mi vida valga la pena". Que yo le diga a usted esto parece egoísta, y tal vez lo sea. ¡Pero le diré que esa declaración permaneció en mi corazón durante muchos años! En otra ocasión, recuerdo que le pregunté a Polly cómo ella seguía adelante a pesar de las dificultades que eran a veces abrumadoras. Simplemente me dijo: "Tengo al Señor. Y tengo a mi familia".
Unos seis años atrás, se le hizo muy difícil a Polly seguir comiendo, así que decidió permitir a un médico insertarle un tubo de alimentación en su estómago. Durante un tiempo seguí trayendo a Polly a casa los fines de semana. Sin embargo, con la alimentación por el tubo cada cuatro horas, ninguno de nosotros conseguía dormir mucho, y el domingo a la noche ambos estábamos exhaustos. Pero aun después de discontinuar sus visitas la casa por estos períodos largos, seguíamos saliendo los viernes por la noche (principalmente a juegos de béisbol de escuelas secundarias) y los sábados por la tarde, y aun a la iglesia los domingos por la mañana (donde nos sentábamos atrás del santuario). Estas salidas me daban mucha alegría. Y era tan satisfactorio ver a Polly sonriendo, aun cuando apenas podía hablar ya.
La condición física de Polly estaba declinando bastante rápido ahora. Y se estaba volviendo mucho más difícil llevarla a lugares. Recuerdo bien un día, creo que cuatro años atrás, cuando me di cuenta de que ese sábado en particular sería probablemente la última vez que podría sacarla. Así fue. Desde ese día en adelante, Polly raramente salió de su cama, excepto cuando la llevábamos a la sala de la ducha. De ahí en más, se volvió una cuestión ya no de llevarla a los lugares que disfrutaba sino de traerle alegría a Polly en su habitación. Si bien continuamos muchas de nuestras rutinas diarias, me parecía que la adoración se convertía cada vez más en nuestra actividad más significativa. Polly ya no podía hablar, y yo no soy ningún gran músico. Pero podía darme cuenta de que la música de adoración que escuchábamos frecuentemente le daba una gran consolación . . . y a mí también. De hecho, en los últimos años fue la adoración lo que me dio más consolación y gozo a mi propio corazón como cuidador y esposo de Polly . . . hasta el último día de su vida. Justo antes de dejarnos ella, estaba preparándome para tocar una canción. Nunca llegué a hacerlo. ¡Pero estoy convencido de que ella fue recibida en el cielo con música muchísimo mejor y con una adoración mucho más significativa que todo lo que yo le pudiera brindar!
Al reflexionar cada vez más sobre estos últimos veinte años, me he hecho muchas preguntas. Era solo natural, especialmente al principio, preguntar "¿Por qué?". Pero sabíamos que vivimos en un mundo caído, y ninguno de nosotros puede pretender inmunidad de las luchas y aun las tragedias de la vida. Nunca pasó por mi mente, en realidad, preguntar "¿Qué?". Es decir, "¿Qué haré como esposo de Polly?". Sabía que estaba con ella "para todo el viaje". No importa qué pasara. Pero sí pregunté a veces "¿Cómo?", "¿Cómo haremos esto?". ¿Cómo la cuidaré, criaré a nuestros dos hijos, seguiré en un ministerio de tiempo completo, y por unos pocos años durante esta experiencia ayudar a cuidar a mi madre, que sufría de la Enfermedad de Alzheimer, y mi padre, cuando se enfermó tan seriamente como resultado de trabajar tan duramente por cuidar a mi madre? Y no me llevó mucho tiempo darme cuenta de que, fuera del Señor, no había forma en que podría hacerlo. Era una tarea imposible. Pero también sabía que no estamos "fuera del Señor". Él había demostrado ser fiel a nosotros de muchas formas a lo largo de los años. No podría dejar de serlo ahora.

Direcciones electronicas para consultar

Donde encontra información sobre la EH

Huntington´s disease Society of America hdsa_az@hotmail.com ; phardt1@cox.net
Barrow Neurological Institute . Dr Richard Burns
The Mayo Clinic . Dr John Caviness
Sun Health. Dr. Holly Shill

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Presidente de la Fundación Huntington de Colombia Médico Veterinario